1. Leer el siguiente texto.
2. Responder de acuerdo al texto las preguntas que se encuentran al finalizar el mismo.
ENFOQUE DEL ESTUDIO
¿Qué es la moral? ¿Qué significa ser una persona
con moral? La moral se ha descrito como una forma especial de sabiduría:
El “saber lo que se debe hacer.” Una definición tradicional de la moral es “la
ciencia de lo que deberían hacer los seres humanos por ser quienes son.” La
moral católica se basa en tres fuentes principales del conocimiento para llegar
a conclusiones sobre cómo debemos actuar: recurso humano (el intelecto, don de
Dios), experiencia humana (la sabiduría colectiva de otros, vivos y difuntos),
y revelación divina (las enseñanzas de Dios tal como se expresan en la Sagrada
Escritura, las enseñanzas de la Iglesia y la vida de Jesucristo).
INTRODUCCIÓN
La moral es una respuesta a un Dios cariñoso y una
empresa continua para llegar a ser plenamente las personas que Dios quiere que
seamos. Podemos responder a Dios por las siguientes razones:
Inteligencia y libertad – Dios nos ha dado inteligencia para conocer la verdad y nos ha creado
como seres libres con dignidad, que comparten la propia vida de Dios.
Ayuda del Espíritu Santo – A través del bautismo, el Espíritu Santo viene a nosotros y nos
concede muchos dones. Estos dones nos permiten seguir el camino de Cristo, una
trayectoria que nos conduce a la vida plenamente humana y moral. El Espíritu Santo
permite que Jesús viva dentro de nosotros y que trabaje a través de nosotros y
nos da la capacidad de tomar las mismas opciones que Cristo hubiera tomado Apoyo
de la Iglesia – A través de la Iglesia, recibimos la Palabra de Dios la
cual contiene la ley de amor de Cristo. La Iglesia concede la gracia de los
Sacramentos, especialmente la Eucaristía, por medio de la cual Jesús viene a
nosotros y nos otorga el poder para alabar a Dios. La comunidad cristiana
ofrece el ejemplo y la inspiración de muchos héroes cristianos (los santos) que
han llevado una vida de fidelidad.
Guía del magisterio – La autoridad divina dada a la Iglesia para enseñar las verdades de la
religión es lo que se conoce como el (magisterio. El oficio de la enseñanza de
la Iglesia, concedido al Papa y a los
obispos como sucesores de los Apóstoles, tiene la misma autoridad de Cristo
para enseñar (y delegar a otros), en su nombre, la verdad de la salvación que
pertenece a la fe y a la moral.
La Ayuda de Jesucristo, hijo de Dios y salvador
nuestro - Jesús es nuestro modelo y norma de lo que una
vida plenamente humana debe ser. Ser moral es imitar a Jesús y permitirle
entrar en nuestras vidas.
DEFINICION DE LA CONCIENCIA
Una definición de conciencia en el diccionario se
refiere al “conocimiento del aspecto moral o ético de la conducta de una
persona junto con el impulso de preferir el bien sobre el mal. “ Esta no es
una definición completa desde el punto de vista cristiano católico de la
conciencia. Para entender esto veamos lo que no es conciencia.
La Conciencia no es una opinión de la mayoría
Hay quienes afirman que la conciencia es
simplemente cuestión de hacer lo que todos hacen. Si todos hacen así, entonces
es aceptable. Este punto de vista de la conciencia renuncia al comportamiento
personal para conformarse a la opinión y práctica popular.
La Conciencia no es un sentimiento
La propaganda de una soda decía “cuando eliges
algo, lo que es bueno es lo que se siente bueno.” Este punto de vista de la
conciencia afirma que el individuo es el creador de sus propias reglas morales
y da respuestas solo a sí mismo. Tal perspectiva mantiene que la sinceridad es
el valor primordial. “Si soy sincero y tengo buenas intenciones, entonces lo
que hago está bien.”
El problema con los sentimientos, ya sean buenos o
malos, es que nuestros sentimientos pueden estar fuera de contacto con la
realidad, y con lo que verdaderamente es bueno o malo.
La Conciencia no es el súper-ego
El siquiatra Sigmund Freud vio la consciencia como
el súper-ego, es decir, las reglas restantes de la niñez que llevamos en el
inconsciente. El súper-ego es como el ático de una casa vieja. En vez de tener
muebles, cargamos todos los “deberías” y “tendrías que” absorbidos de las
figuras de autoridad en nuestras vidas. Nosotros seguimos estas reglas porque
queremos aprobación (amor) de parte de estas figuras de autoridad, no porque
personalmente vemos y entendemos el valor de las reglas.
La Conciencia no es instinto o corazonada
Con un poco de reflexión o estudio, algunas
personas harán decisiones morales basadas en un instinto: “Mi intuición me dice
que debo actuar de esta manera.” Un instinto o intuición sobre situaciones
morales puede ser el comienzo útil en el proceso de hacer decisiones
relacionadas con la moral, pero la conciencia cristiana es mucho más madura.
Emplea el intelecto y juicio propios para entender cómo debemos amar a Dios y a
los demás.
La Conciencia no es “Pepe-Grillo”
Algunas personas piensan que la conciencia es como
una voz interna, una persona separada que vive dentro de nosotros, dictándonos
lo que debemos hacer. La conciencia no es lo que Pinocho, aquel niño de madera,
pensaba: un grillo susurrándonos lo que se debe hacer o no. La conciencia
tampoco es un ángel guardián susurrando en nuestro oído.
La Conciencia no es un mito
Finalmente, algunas personas niegan la existencia
de la conciencia personal. Estos escépticos creen que la conciencia es un
concepto falso, un invento de las religiones organizadas para ayudar a
controlar a la gente por medio de la culpa. Al final, la negación de la
conciencia da como resultado que cada persona hace lo que le parece bien, sin
importarle la responsabilidad personal ni el respeto por los derechos de los demás.
La negación de la conciencia lleva a la muerte de la moral.
Lo que es la Conciencia
El Catecismo de la Iglesia Católica (#1778)
da una excelente definición: “La conciencia es un juicio de la razón por el que
la persona humana reconoce la calidad moral de un acto concreto que piensa
hacer, está haciendo o ha hecho.” Los documentos del Concilio Vaticano II
revelan más acerca del significado de la conciencia en esta definición: En lo
profundo de su conciencia, el ser humano percibe una ley que no se ha impuesto
sobre sí, pero que le mantiene en obediencia. Siempre llamándole a amar el bien
y a evitar el mal, cuando es necesario la voz de la conciencia habla a su
corazón: para evitar esto o aquello. Pues en el corazón del ser humano hay una
ley escrita por Dios. Obedecerla es la propia dignidad de la persona y de
acuerdo a ella, será juzgada. La conciencia es el centro y el santuario más
secreto del ser humano. Allí está solo con Dios, cuya voz hace eco en su
interior. En una forma asombrosa, la conciencia revela esa ley que se cumple
por el amor a Dios y al prójimo (La Iglesia en el Mundo de hoy #16).
Esta definición revela tres aspectos entrelazados de la conciencia, los
cuales hacen referencia a nuestro conocimiento de la verdad moral. Ellos son:
La Conciencia es el conocimiento del llamado de Dios a ser - El Vaticano II enseña que la conciencia es el lugar
secreto en el centro de nuestro ser donde estamos solos con Dios. Allí cada uno
puede oír la invitación amorosa a ser la persona que Dios desde la eternidad le
ha llamado a ser: hijo especial de Dios, hecho a su imagen y semejanza. Por lo
cual la conciencia es muy personal.
La Conciencia es el conocimiento del llamado de Dios a conocer y hacer
el bien, o sea, amar – Nuestra
vocación como personas con una dignidad profunda es la de reflejar a Dios, que
es amor. Esto hacemos cuando le respondemos al bien. Lo hacemos cuando amamos.
Lo hacemos cuando rechazamos el mal. Lo hacemos cuando obedecemos la ley que
está escrita en nuestros corazones: la ley de amar a Dios y al prójimo como a
uno mismo. La conciencia es un conocimiento básico del bien y del mal.
La Conciencia es un juicio práctico del intelecto – Este juicio nos ayuda en el aquí y ahora de un acto
particular y concreto para descubrir la senda de amor y evitar la senda del
mal. La conciencia es muy práctica. Nos urge a hacer el bien o a evitar hacer
el mal, nos guía para hacer una acción o juzga las acciones ya realizadas como
buenas o malas.
FORMACION DE LA CONCIENCIA
Estos tres puntos enfatizan la naturaleza personal
de la conciencia, es decir, un llamado individual de Dios a ser una persona amorosa,
a buscar la verdad moral, a hacer el bien en el aquí y ahora concreto. En la
rutina diaria, la mayoría de nuestras decisiones de conciencia son implícitas.
Entonces las hacemos por rutina o hábito y prestamos poca atención. Derivan de los valores y
actitudes ya adquiridas. Un buen hábito es la virtud que nos capacita a hacer
el bien con facilidad.
En contraste con la mayoría de nuestras decisiones diarias,
cuando tenemos que tomar decisiones más importantes, por regla general
tomaremos el tiempo para acudir más explícita y deliberadamente a la
conciencia. Hay momentos en los cuales es necesario hacer un “Alto” en
el camino para examinar los hechos, pensar acerca de las alternativas y las
consecuencias, para consultar a otros, y para orar acerca de cómo quiere Dios
que respondamos en amor a la situación concreta. El cristiano está llamado a
incorporar los siguientes principios importantes relacionados con la
conciencia:
1) Usted debe formar y continuar informando su conciencia y 2) Usted
debe seguir su conciencia. Teniendo esto en consideración veamos un método para
tomar decisiones morales conocido con el acrónimo 4E (estudiar, elegir,
ejecutar y evaluar), en inglés conocido como SEER (study, elect, execute and
review).
Estudiar – La conciencia se preocupa por el descubrimiento de la verdad objetiva,
de modo que no siempre actuamos según nuestros sentimientos o preferencias. Un
principio clave de la moral católica es que debemos formar nuestra conciencia y
trabajar durante toda la vida para mantenerla informada. Esto requiere estudio
acompañado por reflexión y deliberación. Con respecto a una decisión en
particular que necesita atención inmediata, debemos reunir información acerca
del objeto moral (que se está haciendo), los motivos y las circunstancias
implicadas en ciertas decisiones. Luego consideramos las posibles opciones y
las consecuencias que resultan de cada uno. A continuación hay algunos principios
fundamentales de la moral relacionados con todos los casos:
• Nunca haga el mal para logar un buen resultado
(un objetivo bueno no justifica los medios errados para logarlo)
• Has con otros como deseas que hagan contigo (La
Regla de Oro, Mateo 7:12).
• Ama a tu prójimo como a ti mismo (Romanos 14:21).
Para no caer en el prejuicio y el auto-interés, las
personas de conciencia buscarán el consejo de mentores morales creíbles.
También es necesario cuando se toman decisiones morales darle tiempo a la auto-reflexión,
a examinar las verdaderas motivaciones, y a mirar experiencias pasadas en
situaciones similares.
Elegir – Después
de estudiar los asuntos implicados en una situación particular, llega el
momento de elegir, esto es, escoger el plan de acción correcto. Su decisión
estará basada en la consistencia entre la acción propuesta y lo que usted es
como creación especial de Dios, hecho a Su imagen y semejanza. Parte esencial
en la toma de decisiones es estar en la presencia del Señor y orar. Buscar consejo
en la oración es una manera de ganar tiempo y de reaccionar contra una cultura
que está siempre buscando la gratificación instantánea. La escucha en la
oración significa prestar atención al Señor que habla a través de nuestro
intelecto, imaginación, y recuerdos. Además, debemos prestar atención a cómo el
Señor puede estar tocando nuestras emociones, juzgando si una propuesta de
acción “se siente bien,” si es coherente con lo que realmente somos.
Finalmente, en oración, debemos pedirle al Espíritu Santo que fortalezca
nuestra voluntad con el don de la entereza a fin de que tengamos el valor de
hacer lo que la conciencia nos indica como acción correcta, especialmente
cuando esa acción es contra-cultural.
Ejecutar –
Ejecutar o actuar es la tercera etapa durante la toma de decisiones morales.
Esta implica el poner en acto lo que usted ha decidido en conciencia que es lo
correcto en este momento. La acción implica responsabilidad. Debemos hacer lo
que nuestra conciencia dice que es correcto. Cuando no lo hacemos, pecamos.
Evaluar – La
conciencia no solo nos ayuda a discernir el plan de acción correcto antes de
decidir y mientras actuamos, sino que también nos ayuda a evaluar y reflexionar
sobre acciones que ya hemos realizado. Muchos santos a través de los siglos han
recomendado un “examen de conciencia” cada noche para evaluar el día y
descubrir lo que hemos hecho o no para llegar a ser o no, la persona que el
Señor nos ha llamado a ser.
CONCLUSIÓN
Aun las conciencias bien formadas pueden
equivocarse. La formación de la conciencia es una tarea de toda la vida. La
conciencia nunca está perfectamente formada; está en continua formación
mientras esté informada. Si usted sigue su conciencia en buena fe, aunque más
tarde descubra que objetivamente estaba equivocado, usted no es culpable de
pecado. En cambio, si usted viola la conciencia, aunque luego descubra que
estaba equivocado, usted es culpable. El Catecismo de la Iglesia Católica presenta
otros factores que nos pueden llevar a tomar malas decisiones de conciencia
Estos son:
• Ignorancia de Cristo y su Evangelio
• Rechazo de la autoridad de la Iglesia y la
enseñanza de la Iglesia en áreas de moral El mal ejemplo de otras personas
• Esclavitud de las propias pasiones
• Falta de un verdadero arrepentimiento
• Falsa idea de la autonomía de conciencia (por
ejemplo: “Nadie me tiene que decir lo que debo hacer. Yo soy mi propia ley.”)
• Falta de amor
Una de las razones principales de una conciencia
errónea es la ignorancia. A veces una persona puede haber pasado por alto un factor
importante, o simplemente nunca fue enseñada la verdad acerca de alguna
cuestión de la moral. Otro tipo de ignorancia resulta de la falta de
sinceridad. En este caso, una persona se esfuerza poco o nada para descubrir lo
que es la verdad o donde se encuentra la bondad. Este tipo de persona es
perezosa o cerrada en su mente. Por ejemplo, considere una persona que está tratando
de juzgar el curso de acción moral relacionada con una cuestión de
confidencialidad. En lugar de consultar con individuos sabios y experimentados
conocidos por su tacto, la persona en cuestión inmediatamente “chismosea”
acerca de lo que escuchó en confianza. Esta persona es culpable del daño que
haya causado pues pudo haberse informado sobre lo que era moralmente correcto
hacer. Otra señal de una conciencia no sincera es la persona que ha caído en un
hábito de pecado por el cual es más fácil elegir el mal. La fe en Jesucristo,
la oración, y la búsqueda de guía en los maestros ordenados por Cristo puede ayudarnos
a formar una conciencia buena y pura.
PREGUNTAS PARA RESPONDER
1. Describe las ideas equivocadas acerca de la
conciencia.
2. ¿Cuáles son los dos principios claves en
relación con la conciencia?
3. ¿Cuáles son las 4 reglas morales que nunca deben
ser quebradas al tomar decisiones de conciencia?
4. ¿Debe una persona obedecer siempre su
conciencia? ¿Por qué si o por qué no?
5. Enumere varios factores que pueden llevar a una
conciencia errónea.
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